LOS ÁNGELES, CALIFORNIA.- La cantante y figura pública Britney Spears ha vuelto a generar titulares tras hacer una serie de afirmaciones que han llamado la atención tanto de los medios como de sus seguidores.
En un mensaje publicado, Spears relató un periodo de su vida en el que fue privada de libertad de movimiento durante cuatro meses, sin acceso a una puerta privada en su habitación y sin poder “usar sus pies o cuerpo para ir a ninguna parte”.
En ese mismo post, comparó su experiencia con la película Maleficent, donde la protagonista pierde sus alas, para ilustrar cómo ella sintió que le fueron “arrebatadas” sus alas y su autonomía.
Ella sostiene que ha “avanzado” más allá de ese tiempo difícil, agradeciendo estar viva y declarando su intención de seguir adelante.
Al usar el término “brain damage” (daño cerebral), Spears sugiere que la experiencia traumática que vivió —durante la tutela legal y el control que ejerció sobre su vida— le generó consecuencias cognitivas o neurológicas graves.
Cabe señalar que anteriormente (en 2022) Spears ya había revelado que sufre daño nervioso permanente en el lado derecho de su cuerpo, vinculándolo con falta de oxigenación al cerebro.
Sin embargo, en sus declaraciones más recientes no ofrece un diagnóstico médico ni detalles clínicos sobre el supuesto “daño cerebral”, lo que deja muchas preguntas abiertas respecto a la veracidad, al alcance y al origen de este daño.