La ciudad de Lopburi, en Tailandia, miles de monos en libertad, atracción de turistas hoy inexistentes, están fuera de control y obligan a las autoridades a tomar medidas.
“Nosotros vivimos en una jaula y los monos viven en libertad”, suspira Kuljira, obligada a cubrir la parte trasera de su casa con una impresionante verja.
En tres años, su población se multiplicó por dos y 6 000 macacos cohabitan hoy con 27 000 humanos en esta ciudad.
Expulsados de su hábitat natural y confinados en un primer momento alrededor de un templo de la ciudad asiática, con el tiempo, los animales invadieron las calles adyacentes, se apropiaron de edificios y obligaron a los comercios a cerrar sus puertas.
Como representaban la principal atracción turística, los monos eran tolerados por la población y constituían una fuente de ingresos.
Pero Tailandia cerró sus fronteras desde la pandemia del nuevo coronavirus y los turistas extranjeros, que daban de comer a los animales y se hacían fotos con ellos, desaparecieron y la situación se tornó incontrolable.