“Los olores juegan un papel importante en nuestra vida diaria: nos afectan emocional, psicológica y físicamente, e influyen en la forma en que nos relacionamos con la historia. ¿Puede esto llevarnos a considerar ciertos olores como patrimonio cultural?”.
Esta fue la pregunta que se hizo el profesor Matija Strlic, del departamento de Ciencias del Patrimonio del University College de Londres en una investigación al respecto de este tipo de aromas.
El olor a libros antiguos es toda una inspiración y es el resultado de “una combinación de notas herbáceas con un sabor ácido y un toque de vainilla sobre un olor a humedad subyacente”, así lo explica este profesor.
Aunque las hojas de los libros no están hechas de vainilla, el olor sí puede asemejarse, junto con una mezcla de ingredientes, cuando el papel se va degradando con el paso del tiempo.
Esto es lo que sucede con los libros antiguos, que desprenden diversos compuestos orgánicos, como la vainilla al oxidarse la lignina.
“La lignina es un biopolímero natural, uno de los principales componentes de la biomasa vegetal. Es decir que está presente en árboles, arbustos y plantas”.
De esta manera, durante la eliminación de este compuesto, “algunos de sus aceites esenciales quedan junto a la celulosa y eso es lo que da el aroma tan característico al papel”, añade el experto Marcel Domine.