Indonesia.- En Indonesia es costumbre consumir una fruta tropical llamada durián que huele profundamente a podrido. Para algunas personas es el alimento más apestoso del mundo. Tal es su hedor que hasta algunos hoteles del sudeste asiático la tienen prohibida. Su aspecto, además, no es muy agradable: de considerable tamaño (hasta 30 centímetros), tiene forma alargada o redondeada y está cubierta por espinas.
De hecho, su nombre viene del malayo “duri”, que significa espina. Sin embargo, esta fruta sería capaz de cargar la batería de un smartphone.
Es, al menos, lo que ha demostrado Vincent G. Gomes, profesor asociado de la Universidad de Sydney y coautor de un nuevo estudio que describe un método novedoso para usar los desechos biológicos del durián para fabricar cargadores eléctricos más rápidos y eficientes, el equivalente a una pila portable. Su trabajo fue publicado en el Journal of Energy Storage a principios de 2020.
En un escenario de cambio climático donde también hay una rápida disminución de los combustibles fósiles, la adopción de supercondensadores para almacenar energía con la que alimentar, por ejemplo, dispositivos o hasta vehículos, sigue siendo costosa, razón por la cual Gomes ha recurrido a desechos orgánicos relativamente baratos, como el durián.
Este proyecto es un paso más en el desarrollo de supercondensadores más eficientes. Quizá el durián acabe siendo así un sustituto más eficiente y más sostenible de las baterías portables de plástico actuales.