Irapuatense cumple 20 años en corredor de la muerte

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IRAPUATO, GTO.- Han pasado 20 años desde aquella mañana de 22 de Febrero en que lo culparon de secuestrar, violar y asesinar a su prima hermana en Edinburg Texas, desde entonces Rubén Ramírez Cárdenas espera en el Pabellón de la Muerte de Texas la fecha en que le apliquen la inyección letal.

El irapuatense, originario de Aldama, junto a su amigo Tony Castillo, ingresó la madrugada de ese día al cuarto de Mayra  para llevarla a un paraje solitario al norte de Edinburg.

En su declaración ante la Corte del V Circuito de Texas en el condado de Hidalgo, Rubén Cárdenas explicó que la joven accedió a irse por su voluntad  pero estando ahí la situación se salió de control y vino el asesinato.

Cárdenas regresó a su casa donde ya todos sus familiares buscaban a Mayra, hasta que llegaron unos policías para interrogarlo y ese mismo 22 de Febrero fue detenido.

En cada una de sus declaraciones señaló que no fue él sino Tony Castillo el responsable del crimen, sin embargo este ya había acudido a las autoridades  para señalar que no era culpable sino Rubén.

A partir de ahí, inició el juicio que derivó en la sentencia a la pena de muerte en Febrero de 1998. Una entrevista otorgada al Canal 5 de Texas que Rubén señaló fue dada bajo presión de las autoridades, una declaración de culpabilidad firmada por él mismo y la versión de su amigo fueron detonantes para el veredicto.

Los primeros años los pasó en Huntsville pero luego al mudarse al corredor de la muerte a Livingston, le fue asignada una celda de 6 x 9 en la Unidad Allan B Polunsky en Livingston Texas desde donde, sin tener contacto con sus compañeros, escucha la radio, lee el periódico retrasado que le prestan los custodios y dibuja cuando tiene dinero en su cuenta para comprar lápices de colores.  Su único contacto con el exterior.

El año pasado escribió en una carta enviada a una periodista de Guanajuato: “ellos saben que yo no fui, pero esta gente ya no entienden, so a ver qué pasa conmigo”. Lo dijo días antes de que la Corte Federal de Apelaciones negara la última posibilidad de abrir  el caso bajo el argumento de que estados como Texas no están obligados a acatar el Fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que en 2003, determinó violación de los derechos consulares de Rubén y de otros 50 mexicanos al momento de dictar la sentencia.

En varias misivas escritas de su puño y letra, Cárdenas aseguró que fue torturado  para dar el testimonio que lo condenó al encierro a los 25 años, lo que no ha sido tomado en cuenta a lo largo del tiempo.

20 años después, habiendo perdido todas las apelaciones posibles y sin posibilidad del Habeas Corpus, el irapuatense Rubén Cárdenas ya es de los presos más antiguos de Polunsky, junto a César Fierro otro mexicano que espera la ejecución desde hace 38 años.

La semana pasada la delegación de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Guanajuato aseguró que el proceso de defensa para el guanajuatense continúa por parte de esta dependencia.

En tanto los trámites continúan, para Rubén Cárdenas el tiempo pasa lento. Recibe la visita de su madre,  quien con apoyo del Consulado Mexicano en Houston, va de Edinburg a Livingston para ver a su hijo a través de un cristal y escucharlo por medio de una bocina.

Sin contacto, sin esperanza legal y sin fecha de ejecución, Rubén Cárdenas, padre de unos gemelos, espera desde hace 20 años la fecha en que se le aplique la inyección letal para así finalmente ser libre otra vez.