RANGÚN.- El papa llegó este lunes a Myanmar, donde se encontrará una Iglesia que le ha recomendado prudencia a la hora de referirse a la persecución de la minoría musulmana rohinyá y que apoya fuertemente a la jefa del gobierno, Aung San Suu Kyi, pese a las críticas internacionales.
Su primera reunión en la antigua capital birmana fue con el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Min Aung Hlaing, considerado el responsable de la ofensiva lanzada a finales de agosto en el estado de Rakáin que ha provocado la huida de más 620 mil rohinyás hacia Bangladesh.
Acogido por miles de birmanos con atuendos tradicionales, el papa Francisco comenzó una visita particularmente delicada, iniciada por un encuentro con el jefe del ejército, quién afirmó que “no hay discriminación religiosa” en su país, tras una entrevista con el papa Francisco, en visita a esta nación asiática marcada por el éxodo de la minoría musulmana rohinyá.
El viaje de Francisco suscita esperanza también entre los refugiados rohinyás, que desde Bangladés han denunciado las violaciones, asesinatos y torturas del ejército birmano.
En este viaje, el pontífice argentino visitará después Bangladés, otro país con fuertes tensiones religiosas al que numerosos rohinyás han emigrado, huyendo de la violencia.