Míchel fue un gran jugador, pero también un gran ser humano; así lo recuerda don Poncho

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CELAYA, GTO; Muchos sólo vieron el aspecto deportivo, cada que saltaba a la cancha, cuando se desempeñaba con su tradicional número 8, al momento de poner su máximo esfuerzo en bien de los Toros del Atlético Celaya, pero el otro aspecto: el humano, de Miguel González “Míchel”, fue bien conocido por don Alfonso Vargas, quien califica al español como “un tipazo, con un gran trato humano, bromista y siempre atento a apoyar a todos en el equipo”. 

 Después de  22 años, los recuerdos son frescos, arraigados y que sacan una gran sonrisa a don Poncho: “un tipazo. Los tres, Hugo, Emilio y Míchel, son grandes seres humanos, Conscientes de las necesidades que había en todos los que estábamos en ese equipo, siempre con el deseo de ayudar, de alentar, de apoyar”.

 El hoy masajista de los Toros de Club Celaya, recuerda a Míchel con gran cariño “una persona humilde a pesar de jugar donde lo hizo, con Real Madrid y la SelecciónEspañola. Aquí trabajó igual que todos, entrenó al parejo, se adaptó a las condiciones del Club en su momento. Un jugador que estuvo en los grandes estadios de Europa llegóa Celaya, a Celanese donde entrenaba el equipo, sin un vestidor adecuado, sin regaderas. Ahí se cambiaba para entrenar y al final se llevaba su ropa a lavar en casa, cargada con sus zapatos y jamás se quejó, antes animaba a todos”.

 Míchel estará de regreso al “Miguel Alemán Valdés” el próximo miércoles a las 8pm, aunque ahora como director técnico de los Pumas, para el duelo de pretemporada a los Toros “espero que aún se acuerde de mi y me salude”, dijo en tono de broma don Poncho Vargas.

 Y recordó más del ahora director técnico de Pumas: “es muy bromista. En el vestidor ponía ambiente. A todos bromeaba por igual y hasta se enseñó a decir las malas palabras de los mexicanos –dijo en medio de sonrisas-“.

  Fue muy profesional dentro y fuera de la cancha, vino a entregarse al equipo, dio todo. No le gustaba perder, “cuando perdíamos se quedaba en el vestidor muy pensativo, triste y en la semana entrenaba fuerte para ganar el siguiente partido”.

 Tiene un recuerdo muy especial “todos los días él llevaba sus zapatos de fútbol a su casa. Nunca los dejó en el vestidor y tenía muchos porque Kelme lo patrocinaba. No los dejaba al cuidado de la utilería. El los limpiaba y los traía diario al entrenamiento y a los partidos. Un día me dijo: es porque yo los debo cuidar, son los que me han dado de comer por mucho tiempo y los debo cuidar muy bien”.

 Do Pocho espera fundirse en un gran abrazo con Míchel el próximo miércoles en el tercer partido de pretemporada de los Toros ante el cuadro universitario, programado a las 8 de la noche en el estadio “Miguel Alemán Valdés”.