Por: DANIEL GOROSITO
Según el experto en la temática de Asia Central y Oriente Medio, Aleksánder Kniázev, posterior al anuncio de los talibanes afganos de llevar adelante la yihad contra el Ejército Islámico (EI), los grupos que operaban en su territorio al lado del EI, se sumaron a las hostilidades contra los talibanes afganos.
Hay tres grupos en Afganistán que se denominan EI y operan en las partes occidentales y noroccidentales del país y cuentan con unos 700 efectivos cada uno. Están concentrados en la frontera con la República Islámica de Irán y regularmente ejecutan operaciones anti iraníes y anti chiíes.
En el interior de los países de Asia Central las estructuras gubernamentales y los servicios de inteligencia al igual que las agencias de la ley, explotan activamente “la marca EI”. Para cualquier grupo de la región hoy es muy fácil declararse como extremista y pertenecer a la organización terrorista más nombrada en la actualidad en todo el planeta.
Un ejemplo es que en Kirguistán se detectó una célula del EI, estaba planeando un ataque a una base aérea rusa en Kant. Este hecho le asegura a los servicios de inteligencia de ese país el apoyo económico de Rusia y a su vez un distractor a la población de la seria problemática socioeconómica que atraviesa el país.
El hecho que los adeptos del EI, reciben un salario 2 a 3 veces superior al de los talibanes, genera en algunos casos un debilitamiento de los talibanes que intentan mantener su máximo nivel de influencia en Afganistán. La guerra de los creyentes contra los infieles, si tal cosa llega, es la principal preocupación para las autoridades afganas. Los militares occidentales destacados en Afganistán, seguirán siendo el principal objetivo, y evitarán que las distintas facciones del país combatan entre ellas.
Mientras que los estados del Asia Central que tienen límites con Afganistán, en poderío militar están muy débiles, sólo las fuerzas armadas de Uzbekistán lo tienen para repeler una posible agresión del Estado Islámico.
Los ejércitos de Tayikistán y Kirguistán son muy endebles y dependen de la disposición operativa de las tropas rusas que tienen bases en sus territorios.
Por más que reciban apoyo por parte de Rusia o China de armas y equipamiento militar, la preparación para el combate de sus ejércitos no mejoraría a corto ni a mediano plazo, ya que están muy mal entrenados y con baja moral.
La razón de la ayuda militar de Moscú a estas repúblicas de Asia Central, es parte de la cuota de pago para poder mantener sus bases militares en territorios de estos Estados.
En el caso hipotético que Rusia realmente esté preocupada por la seguridad de sus vecinos y temerosa de que reciban ataques del Ejército Islámico, el camino defensivo sería reforzar el poderío en sus bases de ambos países. Con respecto a Turkmenistán, este caso se plantea diferente. Si bien su frontera con Afganistán ha sido bombardeada regularmente desde inicios de este año, su ejército es pequeño pero más efectivo que los de Kirguistán y Tayikistán.
En el caso de combates frente a pequeños grupos de terroristas del EI, su labor podría ser marcada por el éxito, aunque no podría hacer nada contra una fuerza numerosa y bien equipada. El eslabón más débil de esta cadena de tres países es justamente Turkmenistán, su extensa frontera con Afganistán y la falta de apoyo externo lo hacen el más expuesto en esa región de Asía Central.
Aunque es muy posible que el “Zar” Vladimir Putin ya tenga la idea de firmar acuerdos bilaterales de seguridad entre ambos países para prevenir una invasión del Ejército Islámico, máxime después de los atentados en Paris del pasado viernes 13, la profundización de los ataques en Siria ahora aliado con Francia.
¡Hasta el próximo análisis…!
Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez